Como ya vimos en otra ocasión en el post “Educación positiva: El remedio del Siglo XXI”, la educación positiva enseña a inculcar en los niños el optimismo, basándose en que éstos crezcan sintiéndose queridos y felices, consiguiendo así que las cosas nos vayan mejor en la vida.
Los objetivos principales de esta nueva rama de la psicología positiva aplicados en la educación son que los niños y jóvenes sean capaces de desarrollar sus propios aspectos positivos, las fortalezas personales (a las que hicimos referencia en el post anterior) y fomentar al máximo su bienestar presente y futuro.
Ya en la L.O.E se tuvo en cuenta la urgente necesidad de desarrollar las habilidades y capacidades de los alumnos, no sólo las cognitivas, sino también
las emocionales, el desarrollo del optimismo, la autonomía e iniciativa personal
, aprender a aprender, aprender a ser, etc.
Sí, lo tuvieron presente en la teoría, porque en la práctica, el cambio no se ha producido. El desarrollo de las aulas sigue igual, fomentando los contenidos conceptuales, sin tener en cuenta los procedimentales y actitudinales, con el fin de formar trabajadores para
puestos de trabajo
en el que les prometen que encontrarán la felicidad, y tristemente, la realidad es otra.
¿Qué nos pasa? ¿Somos incapaces de que nuestros niños y jóvenes sean felices en la escuela?
Si quieres saber cómo hacer que tus hijos sean felices en la escuela, pincha aquí.
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